domingo, 22 de enero de 2012

Así se cierran bocas

Siempre he pensado que es muy difícil comparar jugadores tanto en el futbol como en el baloncesto. No creo que sea simplemente decir este es mejor y este peor. Son deportes colectivos, y es muy importante con quien juegan y como juegan.

Esto viene al caso, porque en un mes que llevamos de NBA, hemos descubierto a un jugador nuevo. Un jugador que había desaparecido durante los dos años anteriores, y que yo pensé que no íbamos a volver a ver. Ricky Rubio.




He de reconocer que he sido el primero en criticar a Ricky los dos años que ha estado en el Barcelona, y que era de los que decía que no estaba para ir a la NBA. Y como yo, muchos. Visto lo visto, habrá que reconocer que la jodimos, y a lo grande.


No solo estaba preparado para dar el salto, sino que tengo que reconocer que era el momento perfecto, incluso puede que un año tarde. Porque a Ricky Rubio, lo que puede que le haya sobrado, ha sido el Barcelona.

No sabéis lo que me ha costado escribir esa frase. A Ricky le ha sobrado el Barça.

Pensándolo fríamente, no tiene mucha lógica. Era el 2009, y tras 4 años en el Juventud, estaba listo para dar un salto de calidad. Había sido elegido en el draft por Minnesota.  Pero tenía un problema. Su cláusula de recisión. 5 millones de euros que tendría que pagar él.

Tras un verano complicado, que le hizo no estar a la altura en el Eurobasket, le llegó una solución que parecía la mejor. EL Barcelona le quería fichar. Pagaría su cláusula, y le ponía más facilidades para ir a la NBA en un futuro. El mejor equipo europeo era una muy buena opción.

Pero no es oro todo lo que reluce. El mejor equipo de Europa, si, pero posiblemente no el mejor para su juego.

Ricky Rubio necesita libertad. Necesita que se juegue a lo que él prefiera en cada momento. Y en el Barcelona no tenía esa libertad.

Al menos desde la llegada de Xabi Pascual al banquillo del equipo, el Barça se ha caracterizado por un libro de jugadas extenso. Cada ataque está estudiado y planificado. Nada se deja al azar. En esta situación, las virtudes de Ricky pasan desapercibidas, llegando a parecer un jugador vulgar.

Un gran juego interior en ataques posicionales, grandes tiradores que se buscan sus propios tiros, solo hay que hacer que les llegue el balón. Movimientos demasiado cuadriculados para que un base imaginativo destaque.
No quiero culpar a nadie en particular, y si a todos en general. Los fichajes del Barcelona desde la llegada de Creus, se han caracterizado por completar la plantilla con los jugadores más adecuados a lo que necesitaba el equipo. Con Ricky Rubio no se cumplió esta máxima. Parecía que su fichaje se encaminaba más a fichar a la estrella emergente del momento y a conseguir una victoria sobre el Real Madrid, que a dar al entrenador lo que necesitaba. Por su parte, Ricky, sabía donde se metía. Él tenía que ser conocedor del juego del equipo, y lo mal que le iba a su estilo. Pero entiendo que el máximo aspirante a la Euroliga, es difícil de rechazar.

Tras el fichaje, llegó la expectación, la presión. Con 19 años, tenía que dirigir al mejor equipo europeo. Y hubiera podido, pero con sus armas. Sin ellas, le dejaron como un jugador mas. No destacaba, y eso le afectó.

No me quiero ni imaginar lo que pasaría por su cabeza en esos momentos. Le habían subido a los cielos, y a pesar de la buena trayectoria del equipo, a él le empezaban a caer palos por todos lados. Me recuerdo a mi mismo diciendo que todo había sido marketing, que no era para tanto. Ese jugador no valía los 5 millones pagados.


Su paso por el Barça, su pequeño viacrucis

El segundo año fue peor. Y la eliminación frente al Panathinaikos, con un Diamantidis estelar no le ayudó.

Llegó el verano y Minnesota le seguía esperando. Supongo que lo vio claro.
La expectación en EEUU era incluso mayor que dos años atrás. La presión, infinitamente menor. Un equipo de la parte media baja de la tabla, cuyo objetivo es no perder más partidos de los que gane. Ni siquiera partía como titular. Como él mismo ha reconocido, ha vuelto a disfrutar en una cancha de baloncesto.

Ha vuelto a divertirse jugando

Juego libre, veloz, con gran movilidad en ataque, que se presta a los pases del Ricky. Su confianza en si mismo ha aumentado. Y se nota. No en la dirección, nunca perdió su visión de juego, pero si en el tiro, que al no ser su punto fuerte, sin confianza se convertía en un lastre.

Con esta confianza a tope, y el apoyo de un público entregado, sus números lo dicen todo. De 5,3 puntos por partido, a 11, de 4,4 asistencias a 8,3. Y más allá de los números, las sensaciones. Él manda. Saliendo desde el banquillo, pero acabando siempre los partidos. Rick Adelman, le ha entregado el equipo, y le está saliendo bien.




Por suerte para Ricky, parece que su bajón ha pasado, y de verdad, espero que así sea. De esta manera, será como por fin podrá decir que nos ha cerrado la boca a todos.

1 comentario:

  1. En una liga donde no se defiende, se puede llegar a entender que un jugador estilo playground pueda triunfar.
    Me gustaría verle jugando en Medina del campo o contra Dueñas...

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